A raíz de la aparición y extensión de la informática, la preocupación sobre la protección de los datos en general, y de los sanitarios en particular, ha alcanzado una gran cota de sensibilización entre la sociedad. Bien es cierto que a veces, cumpliendo con la ley del péndulo, se llegan en ocasiones a situaciones absurdas que hace que sea muy difícil su cumplimiento de forma habitual en la práctica diaria.
Me acordaba de ello el otro día a raíz de la situación que os relato. Derivé a una paciente al neurólogo con la sospecha de un cuadro parkinsoniano leve que básicamente consistía en la “dificultad” que la paciente relataba al inicio de la marcha. El informe del compañero, porque hay compañeros que hacen informes, era manuscrito y tengo que decir que a pesar de ser un magnífico neurólogo es un pésimo escriba y su letra es endiabladamente difícil de traducir. En dicho informe confirmaba la sospecha de parkinsonismo y lo achacaba a un posible efecto iatrógeno de una medicación antidepresiva que toma la paciente.
Imaginaros lo difícil que pueden llegar a ser la interpretación de palabras, en caligrafía “medica”, como iatrogénico y parkinsonismo para unos lectores no especializados.
La paciente acudió rauda y nerviosa tras la consulta del neuro a la mía. Sin hora ni cita, of course, que las dudas son una de las principales causas de “atención indemorable” en este país y a pesar de mis explicaciones y traducción al lenguaje cotidiano del informe, cuando llegó a su casa no tenía aún claro si su problema era que tenía un Párkinson o no (me lo apunto como área de mejora), lo que motivó una llamada de su hija a mi consulta para intentar aclarar el tema.
Cuando hablaba con ella, a la que conozco porque también es paciente mía, me estaba preguntando si la información explicativa que le estaba dando no incumplía con un montón de artículos de la LOPD: Información de un paciente a un familiar sin autorización expresa de la misma, Uso de una vía (teléfono) que no me garantiza que la persona al otro lado del hilo sea quien dice, y supongo, que es y otras que seguro he infringido y no soy consciente.
Creo que me pudo la lógica, y la sensación personal y subjetiva, al pensar que una sencilla explicación iba a tener un efecto balsámico en la paciente y en su entorno aunque tal vez, en buena y estricta ley, le debía a haber instado a presentarse en consulta con la paciente o en su defecto con una autorización explícita de la misma para poder hacerlo.
Y todo esto se me ha ocurrido al comprobar cómo en la época analógica esto era un poco más laxo y que incluso a fecha de hoy hay quien piensa que esto de la LOPD sólo afecta a los ordenadores y que con el papel, este se puede volver a usar para envolver los bocatas o alfombrar unos suelos.
Ni tanto ni tan calvo
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