El Sindicato Médico de Cataluña y la CESM están difundiendo un decálogo de “buena praxis médica en tiempos de recortes”. Inquietante documento, cuya lectura produciría desorientación a los facultativos, estupor a los pacientes, y una honda preocupación a todos los que nos preocupa la sostenibilidad de la sanidad pública.
Veamos y comentemos brevemente sus mensajes:
• Anteponer el criterio clínico y no diagnosticar influenciado por criterios de ahorro económico. ¿Es que ahora se hace?; ¿no merece ni un comentario el abusivo empleo de medios diagnósticos redundantes y que no aportan información relevante para la toma de decisiones?; ¿no se debería mencionar la aplastante literatura científica que analiza los problemas de mala calidad y riesgos (radiológicos) del exploraciones y pruebas?
•Rechazar intromisiones en el acto médico: bien como principio, pero, ¿sólo la de los responsables políticos y gestores que intentan estirar el dinero de los ciudadanos para cubrir las necesidades asistenciales prioritarias?; ¿y las intromisiones de la industria que financia congresos, viajes, cursos, equipamiento, investigaciones, becarios, etc.?; ¿no merecerían algún comentario?
•Dedicar el tiempo que sea necesario a cada paciente, Tú diagnosticas, tú comunicas y tú decides.está muy bien; pero usarlo como arma arrojadiza no ayuda; ¿por qué no decir que hay que evitar las consultas de revisión excesivas e inapropiadas, y la retención de pacientes que podrían ser dados de alta para autocontrol o control por su médico de atención primaria? ¿la auto citación de revisiones sin base en la evidencia es también algo impuesto a los médicos?
•Exige una agenda de trabajo sin masificaciones. es inobjetable Ejerce la medicina con profesionalidad y atención. es inexcusable pero la agenda (tiempo asistencial dividido entre pacientes nuevos y revisiones) es el resultado de muchas cosas: a veces se pide a los médicos asumir poblaciones y cargas asistenciales desmedidas; otras veces no; y con más frecuencia de lo necesario, los propios médicos recortamos el tiempo clínico hábil de interacción con el paciente, o lo usamos inapropiadamente al no priorizar pacientes con verdadera necesidad.
•Evita las consultas simultáneas. La presión lleva al error. (¿atender a dos o más pacientes en el mismo acto médico?) no deja de sorprender; ¿quién las está haciendo?; pasemos en todo caso a denunciar y descartar estas situaciones que atentan contra la calidad y la privacidad (sea en tiempos de crisis o no).
•Oponte a la delegación de competencias médicas al personal no médico. Nadie más que el médico puede hacer de médico No se entiende el énfasis en negarse a delegar competencias; la medicina lidera equipos asistenciales, y delegar supervisando rutinas y procesos, es uno de los pocos mecanismos que tenemos de mejora de eficiencia sin merma de la calidad. Esta proclama contra la delegación, en el contexto de este documento, suena demasiado defensiva y lleva a atascar el sistema con más barreras gremiales de las muchas que hoy ya tiene.
•Prescribe los fármacos según el criterio científico y tu experiencia clínica. Tú controlas tu prescripción. La prescripción en base a evidencias científicas y experiencia clínica hay que aplaudirla siempre; si se hiciera en un nivel óptimo, conseguiríamos ahorros importantes en el gasto sanitario, y mejoras en la seguridad del paciente. ¿Por qué proclamarlo?; simplemente hagámoslo.
•Prioriza la asistencia sanitaria sobre los requerimientos burocráticos. Mucha razón tiene lo de priorizar asistencia a burocracia ; aunque no se entiende que a continuación se proponga Redacta las historias clínicas de forma clara, precisa y completa. invertir más tiempo y esfuerzo en escribir en la historia clínica (de forma clara, precisa y “completa”); mejoremos la historia clínica, no como narrativa literaria, sino como instrumento moderno de gestión de procesos clínicos; y esto con crisis o sin crisis.
•Cuida tu salud laboral: haz los descansos preceptivos durante la jornada, sobretodo tras las guardias, y trabaja en las mejores condiciones psicofísicas. Y, finalmente, cuidar la salud laboral, buscar la mejor condición psico-física y santificar los descansos y turnos de salientes de guardia, son mandamientos que tienen apariencia higiénica para los médicos, pero que en un contexto de crisis pueden ser interpretados como un llamamiento a alienarse de la situación y desentenderse de los problemas generales.
Leído en su conjunto, el decálogo produce la incómoda sensación de que los sindicalistas médicos proponen abandonar el barco de la sanidad a su suerte, en vez de amotinarse y tomar el timón de mando.
Tienen razón en estar “indignados”, pues socialmente es injusta la presión que está soportando la sanidad pública (ojo, también la escuela pública, y los servicios sociales públicos, y éstos proporcionalmente en mayor medida). Tenemos razón todos en exigir que el peso de los ajustes se reparta, y recaiga en particular en los que han tenido mayor responsabilidad en su génesis. Pero esto no nos exime de seguir teniendo responsabilidad por nuestros actos.
Recientemente, los médicos españoles nos hemos dado un nuevo Código Deontológico que puede inspirar mejor el tipo de respuesta que debemos generar desde el profesionalismo médico:
•En su artículo 7.5 dice: “Siendo el sistema sanitario el instrumento principal de la sociedad para la atención y promoción de la salud, los médicos han de velar para que en él se den los requisitos de calidad, suficiencia asistencial y mantenimiento de los principios éticos. Están obligados a denunciar las deficiencias, en tanto puedan afectar a la correcta atención de los pacientes”.
•Y también en su artículo 45.1 dice: “El médico que presta su servicio en el Sistema Nacional de Salud ha de velar y contribuir para que en él se den los requisitos de calidad, suficiencia y cumplimiento de los principios éticos. Secundará las normas que contribuyan a mejorar la asistencia de los enfermos”.
A muchos nos gustaría que el sindicalismo médico español pudiera trascender de un perfil reactivo (por emocionalmente explicable que pueda), hacia un modelo más avanzado de construcción de discurso, de articulación de propuestas y de liderazgo moral: por poner un ejemplo, simplemente mirar a la British Medical Association, y su forma de introducir elementos de valor en el debate sanitario, a través del British Medical Journal (que proclama su misión de ayudar a los médicos a tomar mejores decisiones).
¿Nos ayuda acaso este decálogo a tomar mejores decisiones para el sistema, los pacientes y nosotros mismos?; si la profesión médica goza de alto prestigio y reputación social (a diferencia de políticos y periodistas), es precisamente porque somos capaces de incorporar a nuestra realización profesional la responsabilidad por aquellos a los cuidamos; no somos simples empleados; somos algo más; mucho más; esta es la esencia del profesionalismo.
Y por supuesto que sabemos que esta disposición altruista permite que se abuse de los médicos por parte de empleadores y poderes públicos, y se les exija algo más, o mucho más de lo que cualquier otro empleado aceptaría en similares circunstancias. Sabemos que es difícil ser un islote de grandeza moral en medio de sociedades indecentes, pero este es nuestro destino en el momento actual: rearmarnos moralmente para poder aportar ejemplo en la necesaria regeneración política de la sociedad española.
Son malos tiempos; y debemos estar preparados para varios años de presupuestos muy limitados; la obligación ética de nuestra generación es legar a nuestros hijos y nietos un sistema público de salud tan bueno o mejor que el que nos legaron nuestros padres. La pregunta es: ¿la profesión médica estará al frente de este compromiso? La defensa de un Sistema Nacional de Salud sostenible, debe ser la principal tarea científica, profesional y ética de los médicos. Incluidos los Colegios de Médicos, y también los Sindicatos
• Anteponer el criterio clínico y no diagnosticar influenciado por criterios de ahorro económico. ¿Es que ahora se hace?; ¿no merece ni un comentario el abusivo empleo de medios diagnósticos redundantes y que no aportan información relevante para la toma de decisiones?; ¿no se debería mencionar la aplastante literatura científica que analiza los problemas de mala calidad y riesgos (radiológicos) del exploraciones y pruebas?
•Rechazar intromisiones en el acto médico: bien como principio, pero, ¿sólo la de los responsables políticos y gestores que intentan estirar el dinero de los ciudadanos para cubrir las necesidades asistenciales prioritarias?; ¿y las intromisiones de la industria que financia congresos, viajes, cursos, equipamiento, investigaciones, becarios, etc.?; ¿no merecerían algún comentario?
•Dedicar el tiempo que sea necesario a cada paciente, Tú diagnosticas, tú comunicas y tú decides.está muy bien; pero usarlo como arma arrojadiza no ayuda; ¿por qué no decir que hay que evitar las consultas de revisión excesivas e inapropiadas, y la retención de pacientes que podrían ser dados de alta para autocontrol o control por su médico de atención primaria? ¿la auto citación de revisiones sin base en la evidencia es también algo impuesto a los médicos?
•Exige una agenda de trabajo sin masificaciones. es inobjetable Ejerce la medicina con profesionalidad y atención. es inexcusable pero la agenda (tiempo asistencial dividido entre pacientes nuevos y revisiones) es el resultado de muchas cosas: a veces se pide a los médicos asumir poblaciones y cargas asistenciales desmedidas; otras veces no; y con más frecuencia de lo necesario, los propios médicos recortamos el tiempo clínico hábil de interacción con el paciente, o lo usamos inapropiadamente al no priorizar pacientes con verdadera necesidad.
•Evita las consultas simultáneas. La presión lleva al error. (¿atender a dos o más pacientes en el mismo acto médico?) no deja de sorprender; ¿quién las está haciendo?; pasemos en todo caso a denunciar y descartar estas situaciones que atentan contra la calidad y la privacidad (sea en tiempos de crisis o no).
•Oponte a la delegación de competencias médicas al personal no médico. Nadie más que el médico puede hacer de médico No se entiende el énfasis en negarse a delegar competencias; la medicina lidera equipos asistenciales, y delegar supervisando rutinas y procesos, es uno de los pocos mecanismos que tenemos de mejora de eficiencia sin merma de la calidad. Esta proclama contra la delegación, en el contexto de este documento, suena demasiado defensiva y lleva a atascar el sistema con más barreras gremiales de las muchas que hoy ya tiene.
•Prescribe los fármacos según el criterio científico y tu experiencia clínica. Tú controlas tu prescripción. La prescripción en base a evidencias científicas y experiencia clínica hay que aplaudirla siempre; si se hiciera en un nivel óptimo, conseguiríamos ahorros importantes en el gasto sanitario, y mejoras en la seguridad del paciente. ¿Por qué proclamarlo?; simplemente hagámoslo.
•Prioriza la asistencia sanitaria sobre los requerimientos burocráticos. Mucha razón tiene lo de priorizar asistencia a burocracia ; aunque no se entiende que a continuación se proponga Redacta las historias clínicas de forma clara, precisa y completa. invertir más tiempo y esfuerzo en escribir en la historia clínica (de forma clara, precisa y “completa”); mejoremos la historia clínica, no como narrativa literaria, sino como instrumento moderno de gestión de procesos clínicos; y esto con crisis o sin crisis.
•Cuida tu salud laboral: haz los descansos preceptivos durante la jornada, sobretodo tras las guardias, y trabaja en las mejores condiciones psicofísicas. Y, finalmente, cuidar la salud laboral, buscar la mejor condición psico-física y santificar los descansos y turnos de salientes de guardia, son mandamientos que tienen apariencia higiénica para los médicos, pero que en un contexto de crisis pueden ser interpretados como un llamamiento a alienarse de la situación y desentenderse de los problemas generales.
Leído en su conjunto, el decálogo produce la incómoda sensación de que los sindicalistas médicos proponen abandonar el barco de la sanidad a su suerte, en vez de amotinarse y tomar el timón de mando.
Tienen razón en estar “indignados”, pues socialmente es injusta la presión que está soportando la sanidad pública (ojo, también la escuela pública, y los servicios sociales públicos, y éstos proporcionalmente en mayor medida). Tenemos razón todos en exigir que el peso de los ajustes se reparta, y recaiga en particular en los que han tenido mayor responsabilidad en su génesis. Pero esto no nos exime de seguir teniendo responsabilidad por nuestros actos.
Recientemente, los médicos españoles nos hemos dado un nuevo Código Deontológico que puede inspirar mejor el tipo de respuesta que debemos generar desde el profesionalismo médico:
•En su artículo 7.5 dice: “Siendo el sistema sanitario el instrumento principal de la sociedad para la atención y promoción de la salud, los médicos han de velar para que en él se den los requisitos de calidad, suficiencia asistencial y mantenimiento de los principios éticos. Están obligados a denunciar las deficiencias, en tanto puedan afectar a la correcta atención de los pacientes”.
•Y también en su artículo 45.1 dice: “El médico que presta su servicio en el Sistema Nacional de Salud ha de velar y contribuir para que en él se den los requisitos de calidad, suficiencia y cumplimiento de los principios éticos. Secundará las normas que contribuyan a mejorar la asistencia de los enfermos”.
A muchos nos gustaría que el sindicalismo médico español pudiera trascender de un perfil reactivo (por emocionalmente explicable que pueda), hacia un modelo más avanzado de construcción de discurso, de articulación de propuestas y de liderazgo moral: por poner un ejemplo, simplemente mirar a la British Medical Association, y su forma de introducir elementos de valor en el debate sanitario, a través del British Medical Journal (que proclama su misión de ayudar a los médicos a tomar mejores decisiones).
¿Nos ayuda acaso este decálogo a tomar mejores decisiones para el sistema, los pacientes y nosotros mismos?; si la profesión médica goza de alto prestigio y reputación social (a diferencia de políticos y periodistas), es precisamente porque somos capaces de incorporar a nuestra realización profesional la responsabilidad por aquellos a los cuidamos; no somos simples empleados; somos algo más; mucho más; esta es la esencia del profesionalismo.
Y por supuesto que sabemos que esta disposición altruista permite que se abuse de los médicos por parte de empleadores y poderes públicos, y se les exija algo más, o mucho más de lo que cualquier otro empleado aceptaría en similares circunstancias. Sabemos que es difícil ser un islote de grandeza moral en medio de sociedades indecentes, pero este es nuestro destino en el momento actual: rearmarnos moralmente para poder aportar ejemplo en la necesaria regeneración política de la sociedad española.
Son malos tiempos; y debemos estar preparados para varios años de presupuestos muy limitados; la obligación ética de nuestra generación es legar a nuestros hijos y nietos un sistema público de salud tan bueno o mejor que el que nos legaron nuestros padres. La pregunta es: ¿la profesión médica estará al frente de este compromiso? La defensa de un Sistema Nacional de Salud sostenible, debe ser la principal tarea científica, profesional y ética de los médicos. Incluidos los Colegios de Médicos, y también los Sindicatos
José Ramón Repullo, jefe de Planificación y Economía de la Salud de la Escuela Nacional de Sanidad-Instituto de Salud Carlos III.
Repullo es muy grande... Cuanta razón tiene, y cuanta demagogia hay en el mundo sindical.
ResponderEliminarNo preocuparse por la sostenibilidad del sistema es llevar a la Sanidad Pública a la quiebra, o lo que es lo mismo, abrir plenamente las puertas a la privatización, entonces si que tendrían trabajo los sindicatos pues la empresa privada desde luego si que iba a intentar realizar la contención del gasto sin ningún miramiento, incluído el de personal.
ResponderEliminar¡¡¡Que nos cojan confesados!!!