Leyendo y escuchando esta noticia sobre la salud y la contaminación ambiental me he dado cuenta una vez más del papel que los sanitarios jugamos en esto de la salud.
La tendencia natural es a equiparar los términos de salud y sanidad. De creer, gran error, que el papel que la sanidad juega es la piedra angular de la salud de la población. Y nada más lejos de la realidad.
La salud de una sociedad está condicionada mucho más por decisiones de tipo político, económico y legislativo que por la labor de los sanitarios y lo que podamos contribuir a ella.
Decir a estas alturas que una buena alimentación, el agua potable y una vivienda en condiciones son la base de una sociedad sana es evidente.
Pero a lo mejor no está tan claro que lo que más ha hecho o va a hacer por la salud respiratoria de esta sociedad no es el consejo que podamos dar los sanitarios o el diagnóstico precoz de la EPOC y el asma o el tratamiento correcto de las patologías respiratorias sino la ley que limita el consumo del tabaco o todas las políticas, leyes y normas que tiendan a disminuir la contaminación ambiental.
Mientras tanto, los sanitarios en general y los médicos en particular nos creemos el ombligo de la salud los ciudadanos sin entender que la salud de una sociedad sólo puede descansar en la propia sociedad y en la responsabilidad de cada ciudadano en conservarla, en protegerla y en no machacársela.
La labor que pueden hacer otros colectivos y profesiones (en la noticia de RTVE las opiniones del geoquímico y de la politóloga tiene tanto o mas peso en el debate que la del neumólogo) en aras a la salud es tan importante como el nuestro, el colectivo sanitario, pero la sociedad no lo percibe como tal y hace recaer en nosotros todos los aspectos relacionanos con la salud.
Los debates que rodean a temas como la dependencia, la violencia de genero, la eutansia, el aborto son debates sociales pero es invitable que los sanitarios tengamos que adquirir un protagonismo que no nos corresponde. Lo mismo que los jueces aplican las leyes pero no son quienes las elaboran tampoco los sanitarios somos los encargados de decirle a la sociedad y los ciudadanos cómo deben organizar su salud si bien se pueda y se deba recabar de expertos su aseosramiento
Cierto es que cuando a pesar de todo la salud se pierde, el sistema sanitario adquiere un papel insustituible en intentar minimizar los daños de la enfermedad y en favorecer al individuo la mejor manera de recuperarla.
Pero también es cierto que últimamente es el propio sistema sanitario quién no mide en ocasiones las consecuencias de sus acciones y en un afán de querer proteger, prevenir o curar (dejo al margen las malas intenciones y los intereses espurios) no sólo no contribuye a recuperar la salud sino que somete a los ciudadanos a algunos riesgos totalmente innecesarios. Caso como los tratamientos hormonales sustitutivos, el enfoque de la osteoporosis y el papel, tan de moda estos días, de ciertas acciones de screenig son claros ejemplos de lo que quiero exponer.
La llamada Prevención Cuaternaria no se estudia ni se enseña en las facultades ni los que somos veteranos tenemos una oferta de reciclaje en estas materias para conocer los límites de nuestras acciones, aprender de los errores de lo que hacemos y corregir con humildad hábitos basados en tendencias de la masa sin autocrítica ni reflexión.
Tal vez el único atisbo en este sentido sean los compañeros que participan en grupos relacionados en la seguridad del paciente aunque su meritoria labor carece de la "auctoritas" necesaria para transformarse en un referente con capacidad de influencia desde sus respectivos púlpitos.
Es curioso como los ministerios y las consejerías que se encargan de estas materia se deniminana a si mismas de Sanidad y ninguna de Salud. Será que la encomienda se les antoja tan desmesurada que han decidido parcelar su actuación y limitar sus acciones a la sanidad que bastante problemas tiene
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