He leído con interés este artículo publicado en Médicos y Pacientes por María Castellano Arroyo, Vocal de la Comisión Central de Deontología y Catedrática de Medicina Legal bajo el título "¿Llevarán los avances informáticos a una nueva relación de los médicos con sus pacientes?" (I y II)".
Tras su lectura me he planteado varias cuestiones. No conozco a su autora y estoy convencido de que sus méritos para poder opinar y escribir sobre el particular estarán sobradamente justificados (me cuentan que suena como posible Presidenta de la Comisión Central de Deontología) pero el resultado no ha podido ser más simplón.
El artículo está trufado de tópicos típicos y no va más allá de una serie de frases manidas sin profundizar lo más mínimo en el tema que insinúa en su título.
Parece que tener interés en un tema, realizar un master sobre el particular o tener un título que encaja para el puesto te permite opinar sobre lo que sabes e incluso, y es lo preocupante, sobre lo que no sabes y dar por hecho que tu palabra es dogma de fe.
Antes de escribir esta reflexión he buscado a su autora en las redes sociales habituales (Twitter, Facebook y en Linkenin) y puede que esté, pero escondida, ya que yo no he logrado encontrarla. No es que esto la invalide ni mucho menos, pero si que le enmarca en un perfil y es por ello que no me sorprende que escriba:
Así la informática, manifestada en el ordenador interpuesto entre el médico y el paciente, en lugar del folio y el bolígrafo, ha traído ante el paciente a un médico que no le mira a la cara, porque tiene que mirar a la pantalla y al teclado en el que escribe.
Como tópico no está mal pero las cosas no son tan simples. Los hay que no levantaban la vista del folio y que gruñían cuando pasaban consulta con folio y bolígrafo, y lo siguen haciendo con el ordenador y los hay que miraban a los ojos y empatizaban con folio y bolígrafo y lo siguen haciendo con el ordenador. No es un problema de la herramienta sino de las actitudes de las personas (los profesionales). Le deberían de sonar a la autora conceptos como profesión y prefesionalismo si aspira a tan altos cargos.
Este modelo es el que suelen apreciar los pacientes en la medicina privada, a la que se considera, en general, más personalizada, más próxima; en esta forma asistencial el número de pacientes es menor y el médico dispone de más tiempo, el resultado es un acto médico más sosegado, más directo, más personal y, por tanto, más satisfactorio para el paciente y para el médico.
Menuda columpiada que se nos ha marcado aquí la docta sabia en bioética. Será que es asesora del Sr Lasquetty ya que si no, no comprendo tamaña boutade. Desconoce de lo que habla e insulta a los compañeros que trabajan en la pública. Debería al menos disculparse por ello. Este tipo de encasillamientos y generalidades pecan siempre de injustas y molestan a muchas personas.
La recomendación es que, siempre que sea posible, la relación médico-paciente será presencial, personal e íntima, participando en la misma el personal sanitario indicado en cada caso y la persona o personas designadas por el paciente para compartir con él la información recibida y la toma de decisiones.
No señora, no. La recomendación debería ser que el modelo de relación sea el óptimo para solucionar el problema en concreto, teniendo en cuenta muchos otros factores que a usted se le escapan como la accesibilidad, la rapidez, la eficiencia ... todo ello con las debidas garantías de respeto por el paciente, confidencialidad etc.
Evidentemente hay situaciones en las que la relación presencial es inevitable e insustituible pero las numerosas y diversas situaciones de relación médico-paciente posibles son muy amplías. Los tiempos cambian y los escenarios también. Hay que adaptarse a ellos con criterios sólidos y para tenerlos preclaros es evidente, tras leer este artículo, que queda mucho texto por escribir. Pero por favor que lo haga alguien con conocimiento y criterio de lo que escribe.
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