Un compañero al que aprecio y respeto, Jacinto Bátiz, Jefe del Servicio de Cuidados Paliativos del H. San Juan de Dios de Santurce, ha publicado en el Correo un artículo en relación a la eutanasia. Su tesis, que comparto casi en su totalidad, se basa en que la demanda de eutanasia por parte de un paciente no se produciría si se le prestan unos cuidados paliativos de calidad. "Si su miedo lo transformamos en seguridad, el paternalismo en autonomía, el abandono en compañía, el silencio en escucha, el dolor en su alivio y la mentira en esperanza, tal vez desee seguir viviendo el tiempo que le quede"
Y estoy convencido que así es, como él dice en su artículo, pero en el texto hay demasiados condicionales: "generalmente", "tal vez", "suele desaparecer". Es decir que no tememos la seguridad de que eso suceda al 100% .
Y es entonces cuando se plantea el dilema. ¿Y si el paciente está seguro, es autónomo, está acompañado, es escuchado, su dolor controlado, recibe cuidados paliativos de calidad ..... pero sigue demandando acabar con su existencia?
En España, en el momento actual poco hay que debatir. La ley lo condena y el Código de Deontología es rotundo al respecto "El médico nunca provocará intencionadamente la muerte de ningún paciente, ni siquiera en caso de petición expresa por parte de éste."
¿Pero qué pasaría si la sociedad se planteara el debate? Es una evidencia constatar como sociedades no tan diferentes a la nuestra como la holandesa, la belga o la suiza se lo han planteado y su postura es bien conocida. Estos días nos topamos con este titular :
El tema del aborto en nuestra sociedad es un claro ejemplo de lo bamboleante que puede ser una norma en una sociedad. Hemos pasado del aborto NO en todas las circunstancias, a un aborto SI PERO en ciertos supuestos, a un aborto SI con una norma de plazos y nos espera volver al SI PERO en supuestos precisos.
En España, en el momento actual poco hay que debatir. La ley lo condena y el Código de Deontología es rotundo al respecto "El médico nunca provocará intencionadamente la muerte de ningún paciente, ni siquiera en caso de petición expresa por parte de éste."
¿Pero qué pasaría si la sociedad se planteara el debate? Es una evidencia constatar como sociedades no tan diferentes a la nuestra como la holandesa, la belga o la suiza se lo han planteado y su postura es bien conocida. Estos días nos topamos con este titular :
El consentimiento paterno será un requisito clave
El 74% de la población apoya la medida
El tema del aborto en nuestra sociedad es un claro ejemplo de lo bamboleante que puede ser una norma en una sociedad. Hemos pasado del aborto NO en todas las circunstancias, a un aborto SI PERO en ciertos supuestos, a un aborto SI con una norma de plazos y nos espera volver al SI PERO en supuestos precisos.
Y es en este escenario en el que quiero incidir en mi visión del problema. En mi opinión, los médicos ponemos en ocasiones el carro delante de los bueyes. Los debates como el aborto, la pena de muerte o la eutanasia son, en mi modesta opinión, debates de carácter social y no me parece correcto enmarcarlos en un debate médico/sanitario en si mismo
Los profesionales tendemos a pontificar desde nuestra atalaya de falsa supremacía moral, arrogándonos un papel que no nos corresponde. La eutanasia es un debate de la sociedad en el que los médicos como ciudadanos opinaremos y como colectivo también pero no tenemos porqué tener más peso que cualquier otro.
En varios estados de USA es legal, y se aplica, la pena de muerte por inyección letal. El debate sobre la pena de muerte (a favor/en contra) se debe plantear como un debate social y no porque la inyección letal que ejecute al reo pueda ser administrada por un médico, el debate se convierte en un debate sanitario
Será el Estado, la sociedad, quien decida que una persona debe o puede morir y decida la forma de hacerlo, de regularlo. En la eutanasia, es el individuo quien decide que quiere morir y en los lugares donde esté regulado se decide la forma de hacerlo.
Será el Estado, la sociedad, quien decida que una persona debe o puede morir y decida la forma de hacerlo, de regularlo. En la eutanasia, es el individuo quien decide que quiere morir y en los lugares donde esté regulado se decide la forma de hacerlo.
Y será a partir de ese momento en que la sociedad decida regular o rechazar una situación como la que se plantea, cuando cada médico (o cada profesión sanitaria afectada), en función de sus valores, de sus creencias, de sus planteamientos morales y sociales, actuará en esos procedimientos o se declarará objetor para participar en los mismos. Pero insisto, el debate es social, no médico o enfermero (para administrar una sustancia letal no hay que ser necesariamente médico)
Y todo ello respetando a los compañeros belgas, holandeses o suizos que hayan participado en el proceso que da pie a este post. Sin calificarles de nazis, Mengeles, asesinos o similares, como de forma no muy lejana se planteó en nuestro país el debate en torno al Dr Montes. Ni calificando a las sociedades belgas, holandeses o suizos como primitivas, sin valores ni conciencia
Habrá compañeros en los que la defensa de la vida esté por encima de otros valores y en buena lógica objetarán participar en esos actos, derecho inalienable en la profesión.
Otros priorizarán la autonomía del paciente y el respeto a sus decisiones como valor principal
Trataré a mis pacientes haciendo de su atención el centro de las cosas que me importan profesionalmente y respetando, de manera escrupulosa, su dignidad, su autonomía y su intimidad.
Grupo de bioética de la Sociedad Catalana de Medicina Familiar y Comunitaria
Y el debate continuará pero no cambiarán los actores su discurso por muchos informes, artículos y declaraciones que se emitan. Es bueno opinar, yo ya lo estoy haciendo, pero no intentemos hurtar el debate a quien le corresponde que no es otro que a la ciudadanía, a la sociedad.
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