Vivimos momentos de crisis y vivimos momentos electorales. En
este contexto, me apetece aportar una reflexión
previa al resultado de las próximas elecciones y sin conocer a las personas en las que va a recaer la futura
responsabilidad de guiar, de pilotar, la nave de la sanidad en Euskadi en los
próximos cuatro años.
Sirva esta reflexión para manifestar de forma explícita mi
actitud para colaborar con Usted y con la futura
administración en pro de una sanidad enfocada hacia la mejora de la salud de
nuestros conciudadanos (vamos, como siempre, Consejero). Pero al mismo tiempo me apetece poner en valor los principios que considero deben
acompañar a la gestión sanitaria en Euskadi. (Las reglas de juego, para entendernos)
La crisis y las limitaciones presupuestarias han puesto en
marcha una espiral de decisiones en las que de forma un tanto incomprensible
predominan las líneas de actuación que inciden en los recortes y muy pocas decisiones que trabajen de forma seria en
líneas de reformas.
La situación estructural sanitaria, desde tiempos anteriores
a la crisis, clamaba por reformas que reenfocaran la deriva sanitaria con
criterios de eficiencia. La situación de crisis no ha hecho sino poner en
evidencia esta necesidad. Pero en vez de transformar el problema en una
oportunidad parece que las decisiones cortoplacistas solamente plantean soluciones
de ajustes presupuestarios sin contemplar ni valorar a medio o largo plazo las
consecuencias de su implantación y obviando otros medidas que incidan en cambios
a medio plazo que resulten más eficientes.
Plantear reformas en el sistema implica tener claro de forma
meridiana los valores que deben
primar en la toma de decisiones.
La equidad y la universalidad que han caracterizado a
nuestros servicios de salud no pueden dejarse aparcados en la cuneta. Forman
parte de la esencia de la sociedad que hemos conseguido y deben seguir siéndolo
de la sociedad de las generaciones que nos sucedan.
Pero tampoco la eficiencia
de las decisiones que se planteen puede quedar al margen. Y estas decisiones
solamente pueden tener como base la evidencia
científica y el consenso con los
profesionales para poder proponer nuevas estructuras con nuevos servicios para
la ciudadanía. Sólo con racionalidad y optimización de los recursos se podrá garantizar
una sostenibilidad de la sanidad sin
renunciar a los criterios mencionados.
Conceptos como desprescripción o prevención cuaternaria
pueden ser nuevos para muchos compañeros pero no son más que las consecuencias
de hábitos o formas de hacer que nos han abocado a un medicalización de las
cosas naturales de la vida con resultados, en algunos casos nefastos, donde los
secundarismos superan con creces a los beneficios.
El ciudadano del
siglo XXI no concibe una labor asistencial fragmentada. Espera que el sistema
de una respuesta integrada e integradora
a sus problemas. Espera que todos los profesionales que intervengan en su
cuidado manejen una información única y de calidad.
Ello nos aboca a la utilización de herramientas unificadas
donde la tecnología debe estar al servicio de los ciudadanos. Donde el paciente
es de todos y no es de nadie. Donde la integración de los distintos niveles
asistenciales debe ser una realidad
Soy consciente de las resistencias
que se plantean entre todos los actores del mundo sanitario ante planteamientos
de cambios. Pero no son momentos de actitudes egoístas, donde lo local, lo
personal, prime sobre un proyecto colectivo.
Uno de los factores claves para poder conseguir el éxito en
los cambios es contar con la consulta,
la participación y la implicación de los profesionales, que a la postre van
a ser los encargados de desplegar y desarrollar los nuevos modelos que se
propongan.
Las políticas de buen
gobierno, de buena gobernanza, de forma que todos vean que la teoría se
transforma en realidades, con transparencia
y participación, pueden ser un pilar
clave para lograr éxitos ante cualquier planteamiento de cambios.
Apuesto por un perfil de gestores profesionalizados que
puedan aplicar criterios de gestión al margen de los vaivenes que la política y
la demagogia populista generan, tan proclives a marcar las decisiones de la
organizaciones sanitarias.
El espíritu liberalizador que parece acompañar a la crisis
amenaza a la sanidad pública. La sanidad
pública y la sanidad privada son dos aspectos complementarios que deben
convivir en armonía y en colaboración pero desde perspectivas de autogestión. Mi rechazo personal absoluto a políticas que desmantelen los servicios públicos o mermen su
calidad para a la postre favorecer transvases a la actividad privada. La buena
salud de la sanidad privada debe basarse en la calidad de sus servicios y no en
el deterioro de la salud de la sanidad pública.
Por fortuna, el concepto de salud supera con creces el meramente sanitario. Pero la prevención de la salud, su promoción, los aspectos socio sanitarios que la acompañan, la dependencia etc. implica la
coordinación de múltiples áreas de trabajo y del fruto de este esfuerzo
dependen los logros o los fracasos en torno a la salud.
Las circunstancias actuales van a exigir de todos los profesionales sanitarios
que seamos, más aun si cabe, unos profesionales comprometidos
con la sociedad ya que las consecuencias de la crisis se está cebando en las clases
sociales más desfavorecidas.
Por último unos consejos aunque ya sé que no los necesita y sé que no me los ha pedido
- Rodeese de gente sensata.
- Rodeese de profesionales.
- Huya de los gestores políticos cuyo único mérito es ser "del partido"
- Si en un mes ninguno de sus asesores le ha llevado la contraria, despídalos.
- No olvide que es el Consejero de todos los vascos.
- Que los grandes proyectos no le impidan ver los problemas de todos los días.
- No olvide que los cambios precisan de las personas.
- Las vueltas de tuerca sucesivas corren el peligro de transformarse en una rosca sin fin lo que equivale ir a ninguna parte.
- A pesar de que el papel lo aguanta todo, no olvide que una cosa es predicar y otra dar trigo.
Espero (futuro) Consejero (o Consejera) que podamos colaborar en los próximos cuatro años y que ello se deba a que sus principios y motivaciones coincidan en muchos aspectos con los míos.
Le deseo mucha suerte en su desempeño ya que ello supondrá un beneficio para todos.
Reciba un cordial saludo
Rafael Olalde
Le deseo mucha suerte en su desempeño ya que ello supondrá un beneficio para todos.
Reciba un cordial saludo
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