sábado, 12 de marzo de 2011

Una nueva acepción de la unidosis


Me ha gustado este artículo en el que juega con la unidosis y el contexto sanitario

Un solo comprimido de acompañante por cada cama ocupada

Es cierto que extraviamos demasiadas veces el sentido común, el menos extendido de todos según la sabiduría popular. Y también parece una verdad irrebatible que el hospital no debería ser punto de encuentro o plaza pública. Allí se va por obligación clínica de los enfermos y moral de familiares o amigos. Para mantener relaciones humanas ya están calles y bares sin malos humos desde que encender un cigarrillo se castiga con la expulsión del recinto y el reproche social.

Los sanitarios se cargan de argumentos para levantar la señal de stop ante el tráfico denso de una mañana cualquiera. Las auxiliares sortean bultos móviles con carritos de ruedas desgastadas por tanto giro para evitar atropellos en pasillos atestados de gente. Las encargadas de la limpieza también se dedican al invernal deporte del eslalom, como las enfermeras que acompañan a los médicos en la visita diaria. Demasiado jaleo, mucho ruido, móviles que suenan, trajines evitables, foco infeccioso y cotilleos fuera de lugar.

Por todo ello, Txagorritxu reclama un solo visitante por enfermo entre las nueve y las doce y media, el horario equivalente a las labores de descarga en el gremio de los repartidores. El personal clínico exige la misma calma que demandamos el resto en nuestros quehaceres para desarrollar un trabajo tan importante. Y los pacientes de ánimo bajo y noches en vela agradecerán una tranquilidad sin reino posible mientras las mañanas hospitalarias continúen siendo una reunión de 'doctores' graduados por la universidad de la tele que ven en cada síntoma un desenlace fatal. Hay que ver la cantidad de agoreros por metro cuadrado en los pasillos de una residencia.

Así que Osakidetza ha expedido la receta: un solo comprimido de acompañante por cada cama ocupada. Y a esperar en el vestíbulo el veredicto del médico tras reconocer al enfermo, ese instante en el que preguntamos con voz de gallo destemplado y aplomo huidizo cómo está la cosita.

1 comentario:

  1. ¡Completamente de acuerdo!Hay mucha gente que utiliza los recintos hospitalarios como si fueran clubs sociales. No es bueno para nadie, salvo, quizás, para este tipo de abusón.
    Saludos

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